La cosecha de Trigo
Jennifer Cruz Gallegos, Ingeniería Civil, 1er. semestre
Es de mañana, me levanto y me
preparo para ir a recoger trigo al campo de mi abuelo. He estado esperando este
momento desde que era pequeño, cuando mi madre nos contaba esas historias de
las cosas que alguna vez pasaron en este ciclo; solo una vez cada 57 años hay
cosecha de trigo, quiero sentir esta experiencia para contarles a los del
futuro.
Mi mejor amigo Barid, que
también es una babosa como yo, viene a buscarme para ir juntos a tener la mejor
experiencia de nuestras vidas. Nos apresuramos porque no queremos llegar tarde.
Los días aquí son cortos: si no los disfrutas, te arrepientes al día siguiente.
Siempre estoy platicando conmigo
mismo, de hecho, me he dado cuenta de que soy muy divertido, no sé por qué solo
tengo un amigo, pero en fin, ¡ése es el mejor amigo que pueda existir de aquí a
miles de millones de años luz a la redonda!
A veces me siento muy triste
porque extraño a mi papá, espero verlo de nuevo, pero mientras tenga a Barid,
zooplankton, agua para respirar y clorofila, estaré bien.
Observo el cielo, me encanta su
color naranja, me da hambre y me hace sentir que estoy en el pasto. Las
estrellas siempre son visibles, ya sea de día o de noche, lo que está perfecto porque
así siempre está iluminado (le temo a la oscuridad); solo Barid lo sabe, creo
que soy el único raro que le teme a la oscuridad y temo que se burlen de mí.
Se me acaba la tinta, le diré a
mi tío el pulpo Kali que me regale de la suya.
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